Cañón del río Lobos: Senda de Gullurías, Ojo del Diablo, Ermita y Cueva de San Bartolomé, Colmenar de los Frailes.
- Tipos de ruta: circular.
- Señalización: marcas de PRC en una gran parte del recorrido.
- Distancia: 12, 640 Km.
- Dificultad: Fácil con exigencia media.
- Duración aproximada de la ruta: 3.30h – 4 horas.
- Desnivel: 438 m.
- Altitud mínima: 1.123 m
- Altitud máxima: 956 m
Reseña
Esta senda toma su nombre de una pequeña ave, la Alondra Totovía, que en esta tierra es conocida como Gulluría, probablemente una eufonía del significante gulloría o calandria, pájaro perteneciente a la familia de los alaúdidos, con su plumaje de color pardo y tono terroso, que guarda un gran parecido con el que podemos ver corretear entre las sabinas de este bellísimo bosque. El recorrido, que avanza principalmente por la bien señalizada Senda de Gullurías, nos permite tener una perspectiva diferente y de altura del popular Parque Natural del Cañón del Río Lobos (declarado en 1985), y evita el tradicional paseo desde el nacimiento del río Ucero hasta la Ermita de San Bartolomé y la Cueva Grande, siempre masificado y, a veces, intransitable e intranquilo.
Nos salimos del recorrido oficial hacia el km 3,5 para visitar unas curiosas oquedades, próximas a la ermita y la cueva, y adentrarnos, muy brevemente, en la transitada senda del cañón. Hacer Gullurías y recorrer este kilómetro del Cañon del río Lobos hasta el Colmenar de los Frailes es suficiente para disfrutar, tranquilamente, de la gran obra que han ido tallando las aguas del río Lobos sobre las rocas calizas de este singular desfiladero a lo largo de millones de años. Un accidente geográfico que atrae a miles de senderistas, ansiosos de pasear por un espacio natural que, además de un paisaje de gran belleza, guarda en su interior un auténtico tesoro botánico: sabinas albares o enebros para los lugareños, pinos silvestres y pudios, variedad típica del cañón, quejigos, plantas aromáticas como el espliego y el romero, plantas acuáticas como los nenúfares o medicinales como las gayubas; y una abundante fauna, representada, principalmente, por las aves rapaces: buitres leonados, unas pocas águilas reales, algún alimoche, y otras especies perfectamente integradas en su dominio como jabalíes, ardillas, tejones y nutrias.
Pero la Senda de Gullurías y esta pequeña parte del Cañon del Río Lobos es mucho más que unos relieves caprichosos o una deslumbrante riqueza botánica y biológica; es contemplar, primero desde arriba y posteriormente desde las riberas de los dos ríos, los grandes cortados anidados por una gran multitud de aves rapaces y adornados de abundante vegetación en sus pendientes rocosas; es conocer la historia y muchas de las costumbres que tenían las gentes que habitaron estas tierras. El Castillo de Ucero que dejamos a nuestras espaldas al inicio de la ruta, la historia que guarda la Ermita de San Bartolomé, los restos arqueológicos en forma de concha que pisamos por el camino, las colmenas clásicas de tronco y las antiguas caleras son magníficos vestigios de tiempos pasados y de la cultura y formas de vida de diferentes civilizaciones que han habitado estas tierras.
El lugar no es exótico ni de difícil acceso. El inicio de la ruta se encuentra junto a la Casa del Parque Natural del Cañon del río Lobos, paraje natural enclavado entre las provincias de Soria y Burgos, en el término municipal de Ucero, a 50 kms de Salas de los Infantes y a 62 de la capital soriana. Tomes el camino que tomes o recorras el cañón en parte o en su totalidad, nunca olvides que estás transitando por un conjunto paisajístico único, que está considerado como uno de los lugares más bellos de nuestro país. ¡No te pierdas este singular espacio natural y, si quieres evitar masificaciones, Gullurías es una buena alternativa¡.
Descripción del recorrido.
Tomando como modelo la sugerencia de nuestro amigo Raúl Peñaranda el Hontoriano, usuario «Senderos de la Comarca de Pinares», que propone hacer una extensión a la bien señalizada ruta del Sendero de Gullurías hasta la Ermita de San Bartolomé por la Senda del Calvario, salimos del Parking que hay en frente de la Casa del Parque Natural del Río Lobos, junto a la carretera SO-920. Bajo la atenta mirada del espectacular Castillo de Ucero, auténtica huella del poder medieval de la zona, vamos ascendiendo por una empinada cuesta y dejamos a la izquierda a Mónica, bella formación rocosa en la que suelen posarse los buitres leonados de la zona. Continuamos subiendo por el Barranco del Molino y , entre sabinas albares, llegamos a una calera, bien reconstruida y con amplia información sobre el proceso de elaboración, en estos pozos y a partir de la roca caliza, de la cal viva, antiguamente utilizada para blanquear las paredes de las casas.
Siguiendo las balizas que señalan perfectamente el camino, llegamos a una segunda calera, ésta en estado ruinoso. Sin hacer parada, perdidos en un impresionante silencio y en una hermosa paz, con multitud de buitres sobrevolando la zona, pasamos por un páramo, conocido como el Esplegar, y por varias vaguadas y, entre frondosas arboledas de enebros y pinos pudios, alcanzamos el Mirador de Gullurías. Tenemos unas maravillosas vistas de una pequeña parte del Cañon del río Lobos que no nos cansamos de fotografiar. Volvemos al Sendero de Gullurías y seguimos avanzando, ahora entre pinos silvestres y quejigos y con la presencia de algunas gayubas en las laderas, hasta un poco más adelante donde, haciendo caso omiso de las balizas del camino oficial, nos desviamos a la izquierda por un sendero que rodea el Monte Calvario y baja hasta la Ermita de San Bartolomé. Antes de llegar a la iglesia, hacemos dos paradas; una primera, para recorrer, con mucho cuidado, las bellas formaciones rocosas en las que se ubican una preciosa oquedad y el famoso Mirador de El Ojo del Diablo, desde el que tenemos unas magníficas vistas del sendero del Cañon del río Lobos. La segunda, en El Balconcillo junto a la ermita.
Ya en el templo, aprovechamos para visitarlo por dentro y nos acercamos a la Gran Cueva o Cueva de San Bartolomé. Regresamos al camino y nos vamos en dirección hacia el Puente de los Siete Ojos durante casi un kilómetro a ver, colgado sobre el acantilado, el hermoso Colmenar de los Frailes y los preciosos farallones y cantiles que lo protegen.
Desandamos el camino y volvemos sobre nuestros pasos hasta la ermita e iniciamos el camino de vuelta siguiendo una angosta senda que va por la parte derecha del río Lobos sin cruzar la pasarela. Por esta preciosa vereda, llegamos primero al Parking de Valdecea; después, al de Cueva Fría, y, finálmente, al paraje de Fuente Engómez, próximo al restaurante y al parking del Cañón del Río Lobos, teniendo que vadear varias veces el río por unas grandes rocas en forma de puente, bien dispuestas para cruzar el río por lugares seguros.
El resto del camino lo hacemos por la Senda del río Ucero, que nace en las proximidades del puente que cruza la carretera SO-920, Pasamos junto al camping y nos acercamos a nuestro punto de partida por la parte de atrás de la Casa del Parque.
En resumen, preciosa ruta con un paisaje único, de rica vegetación e impresionantes vistas de una buena parte de los acantilados del cañón del río Lobos que se han ido formando a lo largo de millones de años por la erosión fluvial y los fenómenos atmosféricos del agua, el hielo y el viento sobre las rocas. ¡Muy, muy recomendable!.
Puntos de interés.
Caleras
Eran una especie de hornos que servían para producir la cal, sustancia alcalina que, hasta tiempos recientes, ha sido utilizada como conglomerante o para blanquear y encalar las paredes de las casas y de otras construcciones. Como materia prima, se utilizaban las rocas calizas que pueden encontrarse fácilmente en la zona. Como muy bien explica el panel informativo que encontramos en la puerta de acceso «la piedra caliza se transforma por la acción del calor, para lo cual el horno alcanzaba temperaturas superiores a los 900ºC, dando lugar a la cal, base fundamental de la arquitectura tradicional».
Mirador de las Gullurías
Colgado de los acantilados que forman el cañón, este balcón natural nos ofrece una panorámica espectacular desde lo alto. Contemplamos, en primer plano, la tierra de Pinares de Soria y de Burgos y, al fondo, el Sistema Ibérico con las inconfundibles siluetas de la Sierras de Urbión y Cebollera. Con un poco de suerte, también se pueden observar parejas o manadas de aves rapaces posadas o aleteando en el cielo.
El Balconcillo del Diablo u Ojo del Diablo.
Es éste el lugar más mágico y espectacular de todo el recorrido. Se trata de una curiosa oquedad, en forma de ventana, desde la que podemos avistar una preciosa estampa del cañón; observar, con suerte, el majestuoso vuelo de las aves rapaces o identificar la senda que viene por el río desde el Puente de los Siete Ojos. A su lado, hay también otra preciosa oquedad, sin salida, que llama la atención por su original relieve.
Ermita de San Bartolomé de Ucero y la Cueva Grande
Son, sin lugar a dudas, los símbolos más distintivos del Cañón de río Lobos. Cargados de magia y de múltiples leyendas, son visita obligada en nuestro paso por este enigmático y místico entorno.
La ermita, también conocida como San Bartolo por los lugareños, data de la primera mitad del siglo XIII y fue construida en un estilo de transición entre el románico y el gótico sobre un cenobio anterior del que tan sólo se conserva la capilla. Situada en el Comunero de San Bartolomé (Herrera de Soria, Navafría y Ucero), en un punto equidistante de los dos extremos de nuestro país , el Cabo Creus y el Cabo Finisterre, y céntrico respecto a los principales bastiones de los templarios en la Península Ibérica, son varios los elementos que nos permiten relacionarla con la Orden de los Caballeros del Temple, que eran propietarios del convento de San Juan de Otero, hoy desaparecido , ubicado a apenas unos metros del majestuoso Castillo de Ucero. Entre estos elementos de identificación, hemos de destacar algunos canecillos y capiteles, el rosetón de seis corazones entrelazados, las estrellas invertidas de cinco puntas, la losa de la salud etc.., que tienen símbolos o referencias muy frecuentemente utilizadas por la orden templaria.
Por otro lado, la Gran Cueva o Cueva de San Bartolomé, espacio de culto a la diosa gran madre, es una gran oquedad de unos 100 metros de profundidad, separada de la ermita por un puente de madera y un río adornado con preciosos nenúfares. Desde su interior, en el que encontramos algunos restos de grabados rupestres de la Edad del Bronce hechos mediante incisiones en las rocas, puede observarse cómo las paredes de la entrada sirven para enmarcar la ermita en una estampa única.
Colmenar de los Frailes. Ojo del Diablo.
Estas colmenas, pertenecientes a la comunidad templaria, son un buen testimonio de que la apicultura siempre ha sido un importante recurso, no solo para los monjes, sino también para los habitantes de estas tierras. Las que aquí podemos contemplar están colocadas en los resaltes de las rocas de un acantilado. Son colmenas clásicas, hechas de troncos huecos de árboles, con algunos agujeros para permitir la entrada de las abejas, y con una losa de piedra sobre la madera haciendo de tapa.
Casa del Parque Natural del Cañon del río Lobos
Este magnífico edificio de piedra, que, en tiempos pasados, se utilizó como fábrica de papel y de chocolate, de batán o de molino tradicional, está situado a la salida del pueblo de Ucero. Sus tres plantas son un buen punto de información para programar una buena visita al Parque Natural, ya que nos proporcionan claras e importantes aclaraciones sobre la riqueza de este espacio natural. Una maqueta del cañón, una exposición permanente, ilustrándonos sobre los principales ambientes y ecosistemas del parque, una colección de animales disecados y una «micoteca» son sus atractivos más importantes. En el exterior, hay una balsa de pesca y un canal naturalizado para el aprendizaje y práctica del arte de la pesca.
Avisos y recomendaciones:
La ruta, salvo en el paraje del Ojo del Diablo, donde es fácil resbalar, no ofrece ninguna dificultad importante. El recorrido, bien señalizado, ha sido renovado y ya no es necesario ir por la carretera en ningún tramo. La propuesta de ampliar el sendero de Gullurías por la Ermita de San Bartolomé nos parece acertadísima y hace la ruta mucho más interesante y atractiva.
Es recomendable en cualquier época del año, pero es en la primavera y en otoño cuando mejor podemos disfrutar del colorido del paisaje y de la vegetación.